
Una de las reglas de oro que aplica siempre a la hora de decidir dónde invertir mis ahorros es otorgarle a tu dinero un tiempo prudencial para que pueda materializar todas sus potencialidades.
El hecho de invertir a largo plazo tiene múltiples ventajas; aunque también es cierto que cada decisión irá en dependencia del perfil y las necesidades de ese inversor. Si queremos recuperar cuanto antes una determinada cantidad de dinero, entonces, aunque ciertamente el riesgo aumente, una posible solución será evaluar opciones de inversión a corto plazo donde la liquidez sea elevada.
Ahora, si contamos con fondos suficientes el mejor camino es entrar de lleno en inversiones a largo plazo, con períodos entre cinco y diez años. Las ventajas de esta decisión son diversas. La primera de ellas es que tendremos que pagar menos impuestos, porque realizaremos menos operaciones y, por tanto, habrá menos comisiones y se reducirá notablemente el costo de invertir y obtendremos una mayor rentabilidad final.
Además, el riesgo de cometer errores también decrece, porque en las inversiones a largo plazo la adopción de decisiones es mínima. Otro elemento que también debemos valorar es que este tipo de inversiones demanda un menor esfuerzo y trabajo, ya que solo necesitas definir claramente tus objetivos y, a partir de ellos, elaborar una estrategia de inversión a largo plazo.
Estas estrategias contemplan, además de los objetivos, la definición de los instrumentos de inversión. A día de hoy existen tres productos muy rentables y positivos para tus finanzas: los planes de pensiones, los fondos indexados y los ETFs.
Los planes de pensiones han cobrado una gran importancia en la actualidad, no solo en España. En un contexto donde existen muchas dudas sobre las pensiones públicas, los planes de pensiones se han convertido en un producto de ahorro provisional a largo plazo con diversas posibilidades, como las amplias ventajas fiscales y sus bajos costos.
El funcionamiento de estos planes no es complicado de entender. Los ahorristas realizan aportaciones periódicas que son invertidas por los gestores del plan. Luego, cuando el ahorrista decide recuperar su plan de pensiones, recibirá tanto el dinero que ha depositado a lo largo del tiempo como la rentabilidad que ese dinero invertido ha podido generar.
Otro producto muy interesante es el de los fondos indexados o fondos índice. En España todavía no son muy empleados; pero, por ejemplo, en Estados Unidos su uso es amplísimo. Su nombre proviene porque lo que se busca es replicar un índice bursátil o un índice de renta fija, no superarlo ni distanciarse del comportamiento de ese índice.
A diferencia de lo que sucede con los fondos de gestión activa, que suelen ser gestionados por un banco, los fondos indexados son de gestión pasiva, así que los gastos y comisiones suelen ser mucho más bajos y esta es una de sus principales ventajas.
Por último destacamos entre los productos de inversión a largo plazo los ETFs, que son las siglas en inglés de los Exchange Trade Funds. Estos tienen características similares a los fondos indexados, porque replican el rendimiento de un mercado; pero se diferencian en que sus comisiones son todavía más bajas y que sí hay que pagar impuestos por ellos, en caso de ser traspasados.
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